jueves, 17 de julio de 2008

Organofosforados, Agentes neurotóxicos y Acetilcolina

Los Organofosforados son compuestos químicos que suelen utilizarse como pesticidas. Su acción se debe a que son capaces de unirse al enzima acetilcolinesterasa (AChE), el enzima que degrada el neurotransmisor acetilcolina (ACh), de forma que las neuronas están en permanente estimulación.

En los años 30 (del siglo XX), científicos alemanes, descubrieron casualmente que estos pesticidas podían producir intoxicaciones e incluso la muerte de humanos si eran expuestos a ellos. A partir de ese momento empezó el estudio de los organofosforados como armas químicas, recibiendo el nombre de Agentes Neurotóxicos. Fueron ampliamente utilizados durante la II Guerra Mundial, así como en la Guerra del Golfo.

Los agentes más utilizados con fines bélicos fueron los deniminados de Serie-G (la G hece referencia a su lugar de origen: Germany), entre ellos se encuentran el Tarin, Sarín, Soman y Ciclosarín, aunque existen otros como el VX (de la serie-V, procedente del Reino Unido) o el Novicok (de síntesis rusa).

El bloqueo de la AChE y la consecuente sobreestimulación colinérgica afectan sobretodo al sistema periférico motor, de forma que gran parte de los síntomas se basan en disfunciones musculares (los músculos se activan gracias a sinapsis colinérgicas). Los síntomas iniciales son mucosidad y constricción pupilar, y continuan con dificultad respiratoria, nauseas, pérdida del control de los esfínteres, convulsiones, pérdida de la conciencia y muerte por asfixia.

Existen antídotos como la Atropina, que bloquea los receptores colinérgicos evitando la sobreestimulación, o la Pralidoxima, que libera la AChE del organofosforado que se le ha enganchado.

sábado, 12 de julio de 2008

Temple Grandin - Pensar con imágenes

De niña, Temple Grandin fue diagnosticada de "lesión cerebral" debido a que presentaba alteraciones de la conducta y un retraso en el habla, al cabo de unos años su diagnóstico cambió al de autismo.
Este autismo no le ha impedido estudiar, lograr una licenciatura y un título de doctora, ni ser una profesional reconocida en el diseño de instalaciones ganaderas (de hecho un tercio de las granjas de ganado de los USA siguen su diseño); incluso es autora de libros reconocidos sobre bienestar animal y también sobre autismo y se dedica a dar conferencias sobre ambos temas.
El Dr. Oliver Sacks le dedicó un capítulo en su libro Un antropólogo en Marte (de hecho su historia es la que da nombre al libro) debido a su sorprendente capacidad.
Todos sus logros, pese al diagnóstico de autismo, es debido a que padece un autismo de alta funcionalidad, lo cual se traduce en que sus capacidades intelectuales están intactas, incluso potenciadas en algunos aspectos, pero permanece su incapacidad de empatía y dificultades en el establecimiento de comunicación e interacciones sociales. Pese que como ella dice, con el paso del tiempo ha aprendido a interaccionar con la gente.

En su libro Pensar con imágenes. Mi vida con el autismo, relata en primera persona cómo vive, piensa y siente, es una aproximación de primera mano a la mente autista.

Lo primero que llama la atención es que su pensamiento no es verbal, sino visual, necesita imágenes para contruir su pensamiento y tuvo que aprender a relacionar esas imágenes con palabras para lograr comunicarse.
También explica que sus representaciones mentales no son globales. Cuando los no autistas pensamos en una iglesia (ejemplo que ella misma pone) tenemos una representación general de cómo son las iglesias en base a nuestra experiencia (creamos una iglesia "ideal" con su campanario, vidrieras, etc) pero ella en cambio ve la primera iglesia que recuerda, y por asociación el resto que ha ido viendo. Como ella misma dice, su mente actúa como un ordenador almacenando información y recuperándola, creando carpetas de categorías que abre en el momento oportuno.
Además explica que al tener un pensamiento asociativo y altamente estructurado es capaz de se plenamente consciente de sus procesos de pensamiento, cosa que es complicado para el resto.

En otros capítulos de ese libro habla del la hipersensibilidad de los autistas a los estímulos sensoriales y de las dificultades para discriminar estímulos relevantes y fijar la atención, que muchas veces son el origen de la incapacidad de comunicarse y sus rabietas (si reciben información por demasiados canales sensoriales se saturan).

También habla de sus emociones, destierra la idea de que los autistas no sienten, ella reconoce sentir alegría, miedo, ira y tristeza, pero no emociones complejas como la envidia o la vergüenza. Además le es muy difícil captar las sutilizas de estas emociones complejas y ha tenido que aprender a reconocer algunos signos de éstas para adaptarse y evitar problemas en las relaciones con sus compañeros de trabajo.

En este libro también pueden encontrarse indicaciones terapéuticas para mejorar las habilidades comunicativas de los autistas, consejos para evitar sobrecargar el sistema nervioso, las utilidades de algunos fármacos para mitigar algunos síntomas, e incluso sus reflexiones sobre la vida, la muerte y la religión.

No deja de ser curioso que Grandin relacione constantemente el tipo de pensamiento de los autistas con el que tiene el ganado con el que trabaja: los autistas, como el ganado, están siempre alerta, pendientes de cualquier señal o estímulos que pueda ser amenazante.

Esta mujer ha escrito otros libros relacionados con el autismo como Emergence: labeled autistic, Developing talents, Animals in translation y Unwritten rules of social relationships.

Pueden visitarse sus webs:
http://templegrandin.com
http://www.grandin.com/
Charla en TED-talks